No pensaba escribir nada en este blog, pero ya que lo empecé, lo voy a usar para descargar las broncas cotidianas en las que incurro por el sólo hecho de vivir en la Argentina.
Y el tema del día, obviamente, es la destitución del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
No es un tema sobre el cual se pueda opinar con ligereza, es una cuestión difícil donde hay varias facetas a tener en cuenta. Pero básicamente, lo que siento en este momento es que me robaron un pedacito más de la poca fé que ya tenía en nuestro sistema político. Y lo peor del caso es que me da la impresión de que no nos merecemos un sistema mejor.
Ibarra cayó en la situación en la que se encuentra por su propia ineptitud. No sólo como gobernante, sino también como político. Jamás supo (o tal vez no quiso) formar un bloque que lo sostuviera y que le permitiera, a partir de ahí, entretejer un sistema de alianzas que lo apoye frente a una catástrofe como la de Cromañón. Sin ese tramado de apoyos políticos, la única manera de poder sobrevivir a una crisis de estas dimensiones es hacer las cosas extraordinariamente bien. Y no las hizo.
De todos modos, me sigue pareciendo patético el festejo de los padres de los chicos fallecidos. Comprendo su reclamo de justicia/venganza, y tal vez si a mí me hubiera pasado algo así estaría en las mismas condiciones. Pero aún no entiendo del todo bien qué es lo que celebraban.
Se me ocurren algunas explicaciones:
a) celebraban un veredicto que fue fiel reflejo de su dolor, y no el resultado del oportunismo de quienes buscaban la caída de Ibarra.
b) celebraban la confirmación de que el que tiró la bengala no fue uno de sus hijos, sino el mismísimo intendente depuesto.
c) celebraban que se había iniciado el trámite ante el Padre Celestial que permitiría la resurrección de sus hijos.
d) celebraban que a partir de ahora cualquier funcionario podrá ser llamado a rendir cuentas ante la justicia, terminando de una vez y para siempre con el reinado de la impunidad en la Argentina.
e) celebraban que se han sentado las bases para que en la Ciudad de Buenos Aires nunca más se vuelva a repetir una tragedia como la del 30/12/2004.
f) celebraban que Callejeros, la banda más representativa del ser argentino y su etreno latiguillo "yo no tuve nada que ver" vuelve a tocar.
g) celebraban que ahora tenemos un Jefe de Gobierno (Tellerman) que respetará y hará respetar las leyes, y que no se enredará en turbios tejeymanejes políticos.
Es verdad, parece como si me estuviera burlando de su desgracia. En realidad no es así, es sólo que me resulta deprimente el hecho de que esta gente parece no tomar conciencia de que están siendo utilizados con fines políticos, a tal punto que una herramienta constitucional se ha transformado en un circo de alianzas y presiones.
Reitero, no quiero justificar ni defender a Ibarra, cuya posición me parece indefendible. Es sólo que no creo que quienes votaron su destitución (y los que se beneficiaron con ella) sean menos ineptos y corruptos que él.
Y todavía falta lo peor. Ahora, veremos a quién somos capaces de elegir los porteños como Jefe de Gobierno. Bah, en realidad, ya me quedan pocas dudas al respecto.
Que Dios (o alguien) nos ampare,
Y el tema del día, obviamente, es la destitución del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
No es un tema sobre el cual se pueda opinar con ligereza, es una cuestión difícil donde hay varias facetas a tener en cuenta. Pero básicamente, lo que siento en este momento es que me robaron un pedacito más de la poca fé que ya tenía en nuestro sistema político. Y lo peor del caso es que me da la impresión de que no nos merecemos un sistema mejor.
Ibarra cayó en la situación en la que se encuentra por su propia ineptitud. No sólo como gobernante, sino también como político. Jamás supo (o tal vez no quiso) formar un bloque que lo sostuviera y que le permitiera, a partir de ahí, entretejer un sistema de alianzas que lo apoye frente a una catástrofe como la de Cromañón. Sin ese tramado de apoyos políticos, la única manera de poder sobrevivir a una crisis de estas dimensiones es hacer las cosas extraordinariamente bien. Y no las hizo.
De todos modos, me sigue pareciendo patético el festejo de los padres de los chicos fallecidos. Comprendo su reclamo de justicia/venganza, y tal vez si a mí me hubiera pasado algo así estaría en las mismas condiciones. Pero aún no entiendo del todo bien qué es lo que celebraban.
Se me ocurren algunas explicaciones:
a) celebraban un veredicto que fue fiel reflejo de su dolor, y no el resultado del oportunismo de quienes buscaban la caída de Ibarra.
b) celebraban la confirmación de que el que tiró la bengala no fue uno de sus hijos, sino el mismísimo intendente depuesto.
c) celebraban que se había iniciado el trámite ante el Padre Celestial que permitiría la resurrección de sus hijos.
d) celebraban que a partir de ahora cualquier funcionario podrá ser llamado a rendir cuentas ante la justicia, terminando de una vez y para siempre con el reinado de la impunidad en la Argentina.
e) celebraban que se han sentado las bases para que en la Ciudad de Buenos Aires nunca más se vuelva a repetir una tragedia como la del 30/12/2004.
f) celebraban que Callejeros, la banda más representativa del ser argentino y su etreno latiguillo "yo no tuve nada que ver" vuelve a tocar.
g) celebraban que ahora tenemos un Jefe de Gobierno (Tellerman) que respetará y hará respetar las leyes, y que no se enredará en turbios tejeymanejes políticos.
Es verdad, parece como si me estuviera burlando de su desgracia. En realidad no es así, es sólo que me resulta deprimente el hecho de que esta gente parece no tomar conciencia de que están siendo utilizados con fines políticos, a tal punto que una herramienta constitucional se ha transformado en un circo de alianzas y presiones.
Reitero, no quiero justificar ni defender a Ibarra, cuya posición me parece indefendible. Es sólo que no creo que quienes votaron su destitución (y los que se beneficiaron con ella) sean menos ineptos y corruptos que él.
Y todavía falta lo peor. Ahora, veremos a quién somos capaces de elegir los porteños como Jefe de Gobierno. Bah, en realidad, ya me quedan pocas dudas al respecto.
Que Dios (o alguien) nos ampare,
Johann Tenorio
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