Ayer arriesgué la vida. En una experiencia que podría haber sido traumática, salí de mi casa hacia la oficina media hora antes que de costumbre.
Ya de por sí, esto dejará seguramente alguna huella en mi psiquis. Pero eso no fue todo.
Lo hice debido al paro de subtes que la Unión Tranviarios Automotor decretó para las 6 líneas de Subterráneos. Y provocó que en lugar de tomar el subte, me tuviera que tomar el 140, línea de colectivos perteneciente al Grupo Plaza. Una experiencia que no se le desea a nadie, a nadie.
Bueno, al final resultó que no fue tan malo, más allá de llegar media hora tarde y bastante machucado, finalmente arribé a la oficina para desempeñar mis tareas con alegría, como habitualmente.
Supongo que con apenas un par de párrafos, el sarcasmómetro ya debe haber llegado al área de "danger". Trataré de continuar el post con un poco más de seriedad.
El tema fue el paro, entonces. Pero ubiquemos el paro en un determinado contexto. Subtes, Gobierno de la Ciudad, Gobierno Nacional, Macri, Cristina, Garré, UTA, Segovia, estaban todos los ingredientes para una situación que iba a explotar en cualquier momento. Ah perdón, me olvidaba de uno. Un millón y medio de ciudadanos que ingresan al Centro diariamente en subte. El jamón del sandwich, claro que sí.
Hace un par de meses, luego del triunfo en las elecciones nacionales, la Presidente asume sucediéndose a sí misma en el cargo. Luego de los festejos, anuncia el inicio de la "sintonía fina", metáfora tan sutil como un Panzer para referirse a la eliminación de varios subsidios a servicios públicos. Además, aprovechaba la volada y le solicitaba al ingeniero Macri "un esfuercito" y que se hiciera cargo de los subtes de inmediato, sin traspaso de subsidios.
Macri tiene cara de nabo, habla como un nabo, administra la ciudad como un nabo y juega al fútbol como un nabo. Pero de nabo, el tipo no tiene un pelo. Y obviamente, sospechó algo raro en eso del "esfuercito".
Claro, el "esfuercito" implica hacerse cargo de un servicio que transporta más de 30 millones de personas por mes, en el cual abundan los punguistas y, peor aún, los sindicalistas.
Policía, para ser honesto, nunca se ha visto demasiada. Los pocos agentes que aparecen, duermen atentamente con los ojos abiertos, como les deben enseñar en la Escuela Juan Vucetich.
Pero bueno, la cuestión es que Macri le dijo que sí al "esfuercito". No sonó demasiado convincente, parecía que lo hacía a regañadientes, pero dijo que sí. Pidió 3 meses de subsidios, se los dieron, y haciendo uso de sus nuevas atribuciones, mandó de un plumazo un aumento del 127% en el precio del boleto. Claro, el kirchnerismo en pleno se paró de manos y propuso un nuevo deporte: el "salto al molinete". Por suerte no se les ocurrió televisarlo.
Una semana después, todo el mundo pagaba mansamente sus AR$ 2,50 cada vez que deseaba viajar en el subterráneo porteño.
Pasaron los días. El tema del traspaso parecía estar en un limbo. Nadie sabía quién estaba a cargo del subte.
Un día, la Ministro de Defensa Nilda Garré, una especialista en asignar efectivos a los lugares más apropiados (Gendarmería en marchas de protesta, Prefectura en los semáforos de Puerto Madero, policías mirando partidos de fútbol, perros entrenados para detectar dólares en lugar de contrabando, etc.) decidía de otro plumazo que la Policía Federal no iba a custodiar más los andenes del subte. Hasta el momento yo nunca había visto uno ahí, pero si ella dijo que estaban, supongo que estarían. Y no iban a estar más.
El que se paró de manos, entonces, fue el macrismo. Adujo dramáticamente que todavía no estaba en condiciones de asignar efectivos de la Policía Metropolitana. Recordemos que la Cuadriculada es, a todos los fines prácticos, lo mismo que el vigilador privado de un supermercado. En caso de pescar in fraganti a un delincuente, no tiene autoridad para detenerlo, sino que tiene que dar aviso al agente de la Federal más cercano. Andan por ahí, pasean, charlan, pero no pueden llevar preso a nadie. Parecen buena gente, eso sí.
La cuestión es que nadie le dio bolilla al reclamo PRO, y la vida siguió igual.
En el medio, pasó algo que no estaba en los cálculos de nadie. Un tren lleno de gente se llevó puesta media terminal, y la vida de 51 personas. No vamos a abundar en detalles, ya lo hablamos en el post anterior.
Macri, como decíamos más arriba, de tonto no tiene nada. Ya venía cocinando el plan, y lo de Once, si bien no estaba en el cronograma, le vino muy bien, era una herramienta nueva. De repente, todo el mundo tomaba conciencia que los transportes estaban en un estado calamitoso y eran tremendamente inseguros.
Y faltaba un solo eslabón en la cadena que necesitaba. Y se lo dieron en bandeja.
La UTA, hasta ese momento un gremio bastante funcional al Gobierno Nacional, decide un paro por tiempo indeterminado por la falta de agentes de la ley en las estaciones del subte. Claro, habrán pensado, los subtes son de Macri, vamos a empezar a joderle la vida al bobo éste.
El ingeniero no necesitaba más. Convocó a conferencia de prensa, mostró un papelito en el que supuestamente estaban las inversiones incumplidas del Gobierno Nacional desde la época del difunto Néstor, declaró que los subtes eran inseguros y que no tenía agentes cuadriculados para asignar, y le tiró nomás a Cristina los subtes por la cabeza. Y se fue muy orondo.
A esta altura, ya queda bastante claro que el único dirigente opositor capaz de hacerle volar los pájaros a la Presi es Macri. El tipo lo sabe, y sabe muy bien cómo usarlo. Y lo usó.
Y Cristina, por supuesto, explotó. Lanzando espuma por la boca, descalificó a Macri diciendo "a ver si en tres meses puede organizar 240 personas de uniforme" (supongo que para algún corso, porque lo que hacen falta son policías y no personas de uniforme), mientras el ex bigote se mataba de la risa.
Claro, porque había logrado lo que quería: al menos por un mes, seguirá habiendo, si es que alguna vez los hubo, agentes de la Federal en las estaciones del subte. Todo ganancia para el ingeniero.
Y mientras Mauricio se despanzurraba de la risa, Cristina derrapaba cada vez más.
En su discursillo (3 horas y cuarto) de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, nos legó delicadezas tales como que los docentes argentinos trabajan 4 horas diarias y tienen 3 meses de vacaciones anuales, que si no hubieran pagado el corralito hoy tendríamos mejores trenes, y otras bellezas por el estilo, que en un país medianamente serio habrían significado la ejecución sumaria de todo el plantel de asesores presidenciales, por imbéciles nomás.
A todo esto, un millón y medio de personas se apelmazaban en colectivos y trenes, sumándose a los otros millones que habitualmente no toman subte pero igualmente se comieron el garrón de que un colectivo que habitualmente demora 45 minutos en llegar desde el punto A al punto B, ayer tardara una hora y media para recorrer el mismo trayecto debido a la cantidad de autos que abandonaron por un día la modorra del garage de casa para ir a pagar fortunas de estadía en el Centro.
La Presi, desde la banquina adonde había ido a parar, al menos se sacó la bronca y podemos tomar como un logro que les hizo justificar de un saque las dietas de 100.000 pesos mensuales a diputados y senadores, luego de soportar estoicamente el interminable discurso presidencial. Y el Alcalde porteño se sacó la lotería, ya que no sólo le devolvieron los agentes federales, sino que además demostró en la cancha que es el único dirigente opositor que le puede birlar la pelota y tirarle un par de caños al Gobierno Nacional.
Lo cual, de más está decir, habla bastante mal del resto de la oposición.
Johann Tenorio
Ya de por sí, esto dejará seguramente alguna huella en mi psiquis. Pero eso no fue todo.
Lo hice debido al paro de subtes que la Unión Tranviarios Automotor decretó para las 6 líneas de Subterráneos. Y provocó que en lugar de tomar el subte, me tuviera que tomar el 140, línea de colectivos perteneciente al Grupo Plaza. Una experiencia que no se le desea a nadie, a nadie.
Bueno, al final resultó que no fue tan malo, más allá de llegar media hora tarde y bastante machucado, finalmente arribé a la oficina para desempeñar mis tareas con alegría, como habitualmente.
Supongo que con apenas un par de párrafos, el sarcasmómetro ya debe haber llegado al área de "danger". Trataré de continuar el post con un poco más de seriedad.
El tema fue el paro, entonces. Pero ubiquemos el paro en un determinado contexto. Subtes, Gobierno de la Ciudad, Gobierno Nacional, Macri, Cristina, Garré, UTA, Segovia, estaban todos los ingredientes para una situación que iba a explotar en cualquier momento. Ah perdón, me olvidaba de uno. Un millón y medio de ciudadanos que ingresan al Centro diariamente en subte. El jamón del sandwich, claro que sí.
Hace un par de meses, luego del triunfo en las elecciones nacionales, la Presidente asume sucediéndose a sí misma en el cargo. Luego de los festejos, anuncia el inicio de la "sintonía fina", metáfora tan sutil como un Panzer para referirse a la eliminación de varios subsidios a servicios públicos. Además, aprovechaba la volada y le solicitaba al ingeniero Macri "un esfuercito" y que se hiciera cargo de los subtes de inmediato, sin traspaso de subsidios.
Macri tiene cara de nabo, habla como un nabo, administra la ciudad como un nabo y juega al fútbol como un nabo. Pero de nabo, el tipo no tiene un pelo. Y obviamente, sospechó algo raro en eso del "esfuercito".
Claro, el "esfuercito" implica hacerse cargo de un servicio que transporta más de 30 millones de personas por mes, en el cual abundan los punguistas y, peor aún, los sindicalistas.
Policía, para ser honesto, nunca se ha visto demasiada. Los pocos agentes que aparecen, duermen atentamente con los ojos abiertos, como les deben enseñar en la Escuela Juan Vucetich.
Pero bueno, la cuestión es que Macri le dijo que sí al "esfuercito". No sonó demasiado convincente, parecía que lo hacía a regañadientes, pero dijo que sí. Pidió 3 meses de subsidios, se los dieron, y haciendo uso de sus nuevas atribuciones, mandó de un plumazo un aumento del 127% en el precio del boleto. Claro, el kirchnerismo en pleno se paró de manos y propuso un nuevo deporte: el "salto al molinete". Por suerte no se les ocurrió televisarlo.
Una semana después, todo el mundo pagaba mansamente sus AR$ 2,50 cada vez que deseaba viajar en el subterráneo porteño.
Pasaron los días. El tema del traspaso parecía estar en un limbo. Nadie sabía quién estaba a cargo del subte.
Un día, la Ministro de Defensa Nilda Garré, una especialista en asignar efectivos a los lugares más apropiados (Gendarmería en marchas de protesta, Prefectura en los semáforos de Puerto Madero, policías mirando partidos de fútbol, perros entrenados para detectar dólares en lugar de contrabando, etc.) decidía de otro plumazo que la Policía Federal no iba a custodiar más los andenes del subte. Hasta el momento yo nunca había visto uno ahí, pero si ella dijo que estaban, supongo que estarían. Y no iban a estar más.
El que se paró de manos, entonces, fue el macrismo. Adujo dramáticamente que todavía no estaba en condiciones de asignar efectivos de la Policía Metropolitana. Recordemos que la Cuadriculada es, a todos los fines prácticos, lo mismo que el vigilador privado de un supermercado. En caso de pescar in fraganti a un delincuente, no tiene autoridad para detenerlo, sino que tiene que dar aviso al agente de la Federal más cercano. Andan por ahí, pasean, charlan, pero no pueden llevar preso a nadie. Parecen buena gente, eso sí.
La cuestión es que nadie le dio bolilla al reclamo PRO, y la vida siguió igual.
En el medio, pasó algo que no estaba en los cálculos de nadie. Un tren lleno de gente se llevó puesta media terminal, y la vida de 51 personas. No vamos a abundar en detalles, ya lo hablamos en el post anterior.
Macri, como decíamos más arriba, de tonto no tiene nada. Ya venía cocinando el plan, y lo de Once, si bien no estaba en el cronograma, le vino muy bien, era una herramienta nueva. De repente, todo el mundo tomaba conciencia que los transportes estaban en un estado calamitoso y eran tremendamente inseguros.
Y faltaba un solo eslabón en la cadena que necesitaba. Y se lo dieron en bandeja.
La UTA, hasta ese momento un gremio bastante funcional al Gobierno Nacional, decide un paro por tiempo indeterminado por la falta de agentes de la ley en las estaciones del subte. Claro, habrán pensado, los subtes son de Macri, vamos a empezar a joderle la vida al bobo éste.
El ingeniero no necesitaba más. Convocó a conferencia de prensa, mostró un papelito en el que supuestamente estaban las inversiones incumplidas del Gobierno Nacional desde la época del difunto Néstor, declaró que los subtes eran inseguros y que no tenía agentes cuadriculados para asignar, y le tiró nomás a Cristina los subtes por la cabeza. Y se fue muy orondo.
A esta altura, ya queda bastante claro que el único dirigente opositor capaz de hacerle volar los pájaros a la Presi es Macri. El tipo lo sabe, y sabe muy bien cómo usarlo. Y lo usó.
Y Cristina, por supuesto, explotó. Lanzando espuma por la boca, descalificó a Macri diciendo "a ver si en tres meses puede organizar 240 personas de uniforme" (supongo que para algún corso, porque lo que hacen falta son policías y no personas de uniforme), mientras el ex bigote se mataba de la risa.
Claro, porque había logrado lo que quería: al menos por un mes, seguirá habiendo, si es que alguna vez los hubo, agentes de la Federal en las estaciones del subte. Todo ganancia para el ingeniero.
Y mientras Mauricio se despanzurraba de la risa, Cristina derrapaba cada vez más.
En su discursillo (3 horas y cuarto) de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, nos legó delicadezas tales como que los docentes argentinos trabajan 4 horas diarias y tienen 3 meses de vacaciones anuales, que si no hubieran pagado el corralito hoy tendríamos mejores trenes, y otras bellezas por el estilo, que en un país medianamente serio habrían significado la ejecución sumaria de todo el plantel de asesores presidenciales, por imbéciles nomás.
A todo esto, un millón y medio de personas se apelmazaban en colectivos y trenes, sumándose a los otros millones que habitualmente no toman subte pero igualmente se comieron el garrón de que un colectivo que habitualmente demora 45 minutos en llegar desde el punto A al punto B, ayer tardara una hora y media para recorrer el mismo trayecto debido a la cantidad de autos que abandonaron por un día la modorra del garage de casa para ir a pagar fortunas de estadía en el Centro.
La Presi, desde la banquina adonde había ido a parar, al menos se sacó la bronca y podemos tomar como un logro que les hizo justificar de un saque las dietas de 100.000 pesos mensuales a diputados y senadores, luego de soportar estoicamente el interminable discurso presidencial. Y el Alcalde porteño se sacó la lotería, ya que no sólo le devolvieron los agentes federales, sino que además demostró en la cancha que es el único dirigente opositor que le puede birlar la pelota y tirarle un par de caños al Gobierno Nacional.
Lo cual, de más está decir, habla bastante mal del resto de la oposición.
1 comentario:
Buen post. Algunaa acotaciones:
No soy macrista ni por aproximación, pero acá aplaudo a Macri. Los subtes están tan mal como los trenes, sumále a eso un servicio superpoblado y sindicalista psicóticos. Cóctel mortal.
El discurso de la Faraona? Bueno, si alguien esperaba algo distinto a lo que nos tiene acostumbrados: delirios, mentiras y números falsos.
Lo de siempre, bah.
Finalmente, ¿oposición? No existe, como ellos mismos demostraron después de la 125.
Saludos. Hasta la próxima castástrofe.
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