jueves, 22 de marzo de 2012

Otra crónica en la pared, parte I

Ahora que ya pasó la serie de conciertos de Roger Waters en Buenos Aires, voy a volver a despuntar un viejo vicio: la crónica de conciertos. En esta oportunidad mi "víctima" no será un coro, sino el propio Rogelio Aguas, como muchos han bautizado al ex- líder de Pink Floyd habida cuenta de su larga estadía en estas pampas.
Para ser más preciso, seguramente en esta oportunidad no me conformaré con la simple crónica de lo que ví y escuché en el concierto, sino que también abarcaré algunos comentarios que fui recogiendo por aquí y allá, a favor y en contra, y mi postura acerca de estos comentarios.
Tratándose de un espectáculo de semejante magnitud, y considerando que "The Wall" fue un disco (y una película) de enorme impacto en mi adolescencia y en mis inclinaciones musicales de allí en adelante, no es poco lo que tengo para decir acerca del show. La crónica, en efecto, pinta para muy larga, y es por eso que la voy a publicar en tres partes. Sin más preámbulos, comencemos con la crónica, una más en la pared, parte I.

Me tocó asistir al concierto del lunes 12, bajo una molesta lluvia. Luego de esperar dos horas interminables, comenzó a anunciarse por los parlantes el anuncio del show y el pedido, obviamente ignorado en forma olímpica, de no tomar fotos con flash. Me maldije por no haber llevado mi cámara, al ver que todo el mundo andaba con unos aparatos capaces de fotografiar una cucaracha en la Luna.

Y empezó el show nomás. Y de qué manera.
Varios espectadores me habían comentado en la previa "es lo mismo que la película, pero en vivo". Craso error, ya que la película comienza con un fragmento del tema "When the Tigers broke free", dedicado a la muerte del padre de Waters en la batalla de Anzio, un factor crucial en el génesis de la idea misma de The Wall, pero que sólo se puede escuchar en la película.
El show, para abreviar, tiene más que ver con el disco que con la película. Y como tal, se inició con el tremendo "In the Flesh?". Se apagaron las luces, sonaba tenuemente una especie de canción de cuna, y de repente, todo estalló por el aire junto con esos dos furibundos Mi menores.
"¿Así que pensaste que te iba a gustar venir al show?" comenzó cantando Waters, en una pregunta que ya en ese momento sonaba ridícula, porque toda la intro del tema fue acompañada del estallido de incontables fuegos artificiales.
Y ya en ese momento quedó claro algo: el gran protagonista de la noche iba a ser sin duda alguna el impresionante sistema de sonido multidireccional (porque la definición "cuadrafónico" no alcanza para describirlo) instalado en el estadio de River Plate. He ido a ver varios conciertos a River, y el obvio inconveniente que posee, como todo estadio grande y descubierto, es que suele escucharse todo muy mal, especialmente si hay viento. Pero para esta serie de shows, se instalaron varias columnas de sonido de altísima fidelidad en las tribunas superiores, que hicieron que todo el recital se escuchara con la misma calidad que si uno lo estuviera escuchando en un muy buen autoestéreo, puesto a un volumen más que razonable, y con un sonido totalmente envolvente.
Para darse una idea, describo el final de "In the Flesh?": el tema, tanto en el disco como en la película, termina con una grabación de un avión de la Segunda Guerra que termina estrellándose. En el show, la idea se lleva al extremo, y lo que se escuchó fue el sonido de varios aviones que parecían sobrevolar el estadio a un volumen atronador. No fuimos precisamente pocos los que levantamos la mirada pensando que los aviones estaban sobrevolando el estadio de verdad.
Y sí, la frutillita de ese primer postre fue el avioncito que bajó desde el tablero electrónico hasta estrellarse con una violenta llamarada, en el escenario.

El primer tema, evidentemente, pagó el concierto entero. Bah, no sé para los que pagaron el Campo VIP, pero para mí que había pagado platea alta, ya me había cubierto el precio de la entrada con todos los intereses devengados desde el día que la compré (hace más de 6 meses), y más también.
Después de semejante despliegue, el concierto decayó un poco en intensidad. Y, lamentablemente hay que decirlo, en ningún momento volvió a alcanzar semejante nivel de adrenalina.

Epa, ¿qué pasó? ¿Ya empezamos con la mala onda? Y sí, si no no sería Johann Tenorio.
Pero es verdad. Si bien hubo momentos muy fuertes, el pico más alto es al principio del concierto. Me habría gustado conversar un poco con la producción para averiguar el por qué de este detalle, o al menos la impresión que a mí me produjo. Pero bueh, Waters prefirió entrevistarse con la Presidente. Allá él. (?)

Como ya dije antes, el show está más basado en el disco que en la película. Por ende, quedaron afuera ambas partes de "When the Tigers broke free". Y como se respetó el orden del disco, los temas siguientes fueron por supuesto "The Thin Ice", "Another Brick in the Wall (part I)", "The Happiest Days of our Lives" y "Another Brick in the Wall (part II)". En este tema, hizo su aparición la primera de las tres megamarionetas que se pudieron observar en el concierto: el maestro de escuela que gritaba "if you don't eat your meat, you can't have any pudding". Vamos a decirlo de una vez y ya: la marioneta era un adefesio inflable con no mucha más movilidad que un árbol, lo mismo que las otras dos (la esposa y la madre de "Pink"). No sé, supongo que no debe ser fácil idear un sistema de control más versátil que el que utilizaron, pero yo me esperaba otra cosa. Para poner algo así, en mi opinión, habría sido mejor pasar una proyección y listo. Ah, sí, también había unos nenes que hacían una coreo bastante elemental al compás del "hey, teacher, leave us kids alone", muy contentos ellos. En lo que a mí respecta, la puesta en escena del tema más representativo de todo el espectáculo fue un fiasco. Qué va' cer.


Continuará, lo prometo.
Johann Tenorio

2 comentarios:

carancho dijo...

Johann, por favor... un llamado a la solidaridad.
ESA LETRA ME MATA! QUIERO LEERTE, PERO MIS OJOS SANGRAN!
Tené piedad de esta lectora y no me hagas usar el sistema de lectura de Windows, que habla en gallego y es absolutamente robótica.
Saludos.

Johann Tenorio dijo...

Tranquila, doña. Si tiene Firefox (posiblemente funcione con otros exploradores también) apriete un par de veces Ctrl y +, y va a ver cómo mágicamente, ante sus ojos, el tamaño de fuente comienza a crecer. Una vez que termine de leer, si desea volver al tamaño normal, déle sin asco al Ctrl y -. Abrazo.