viernes, 11 de abril de 2008

Titanes en el R(at)ing

Recuerdo imborrable de mi niñez, tema obligado de conversación de los lunes (incluso más que el fútbol) en la escuela primaria, "Titanes en el Ring" fue un hito en la televisón argentina. Para quienes desconozcan de qué se trataba, era uno de los programas del tipo "combate guionado", que se ven en todo el mundo también hoy en día y son la delicia de los niños y de muchos padres.

Claro, cuando era chico, yo veía subir al cuadrilátero a Karadagián, a la Momia, a Rubén Peucelle, al Caballero Rojo y a toda la troupe, y daba por sentado que peleaban de verdad. Y tomaba partido por algún luchador, incluso hasta me hacía fanático de algún otro (el Leopardo y River Plate iban cabeza a cabeza en mi corazón infantil). Jamás, pero jamás, hubiera pensado que toda esa gente, detrás de bambalinas, eran casi como compañeros de oficina, seguramente compartirían algún asado o irían juntos de parranda, y tal vez hasta sus hijos eran compañeros de colegio. Impensable: eran todos enemigos unos de otros, y combatían casi hasta la muerte, capaz que no.

Bueno, con el tiempo me fui enterando de la triste verdad, así como me enteré que los Reyes Magos eran los padres: "Titanes" era un espectáculo televisivo, un entretenimiento para niños de hasta 12 años (y en esa época, a los 12 años éramos bastante pavotes todavía). Frente a las cámaras, los luchadores hacían de cuenta que peleaban, pero todo estaba sincronizado como un ballet y los golpes no eran tales, y las llaves no dolían, y las patadas pasaban cerca pero nunca daban en el blanco, aunque el otro cayera como golpeado por un rayo.
Y si algún luchador/actor salía realmente lastimado, era casi siempre por su propia torpeza, por no acordarse que estaba pautado que después de la Doble Nelson venía un rodillazo al hígado, o por errarle al cálculo de dónde terminaba el ring y aterrizar de trompa en el piso.

Argentina 2008. El Gobierno nacional y el Grupo Clarín se trenzan en una guerra mediática, con acusaciones de discriminación racial hacia un lado y de atentado a la libertad de prensa hacia el otro.
Mientras tanto, Néstor Kirchner autoriza por decreto, entre gallos y medianoche, la fusión entre Multicanal y Cablevisión, creando casi un monopolio en la televisión por cable. Y el gobierno de aquel entonces, lo mismo que el actual, tapa de publicidad oficial las páginas del diario Clarín. Y pauta valiosísimos segundos en horario central en Canal 13 y TN, pagados obviamente con el erario público. Y permite que Clarín y La Nación tengan el monopolio compartido del papel para periódicos en la Argentina.
Como contrapartida, el multimedios "olvida" publicar noticias sobre, por ejemplo, el juicio elevado al Ministro de Economía y al Secretario de Agricultura, por malversación de fondos obtenidos por retenciones a las exportaciones. O sobre el itinerario de los fondos públicos de la provincia de Santa Cruz.

Y el Gobierno obtiene adhesiones rayanas en el fanatismo. Y Clarín vende más diarios que nunca. Y los noticieros de Canal 13 y TN obtienen picos insólitos de rating.

"Titanes en el ring" ha vuelto, ahora en versión para adultos. Los luchadores no usan disfraces vistosos y coloridos, sino trajes de alta costura. Pero que no nos quepa ninguna duda, aunque se vistan diferente, la idea central es la misma: hecernos creer que están luchando a muerte, mientras traman sus negocios por detrás de las cámaras.
Si al menos fuera tan divertido como "Titanes"...

Johann Tenorio

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